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domingo, 4 de abril de 2010

JUDAS ISCARIOTE EL HEROE.





Las historias bíblicas están plagadas de injusticias. La Biblia es la Historia de las injusticias, desde el Génesis. Dios fue injusto con Adán y Eva al desalojarlos del Paraíso Terrenal (ver El Derecho como Metáfora en este mismo blog). El fue injusto con el agricultor Caín, al despreciar los frutos vegetales proporcionados por la tierra y  preferir las ofrendas de sangre y carne del pastor Abel, induciéndolo a que cometiera el primer fratricidio de la historia biblica (en tiempos modernos Dios podría ser juzgado por este mismo delito aplicando la teoría Roxiniana de la autoría mediata de los aparatos organizados de poder). La injusticia no solo proviene de Dios, sino también de gente mundana como nosotros: el juicio a Jesús es un monumento a la injusticia de Romanos y Judíos juntos.

Pero Judas Iscariote, a mí modo de ver, fue una de las más emblemáticas víctimas de la injusticia providencial.  
Luego de leer a los 4 Evangelistas tradicionales o ver la mayoría de las numerosas películas basadas en la historia de Jesús uno llega a la conclusión simplista de que el malo de la película es Judas Iscariote[i], quién no sólo delata y traiciona a su maestro con un beso sino que lo hace por el móvil más ruin y miserable: 30 monedas. 

Cuando niño uno tiene la cándida convicción de que todo lo que sucede en el mundo terrenal es designio de Dios: el determinismo divino. Con esa simple lógica pueril, sin pruebas que lo corroboren, siempre creí que lo de Judas Iscariote era una gran injusticia. Claro, él actúo así porque Él, o sea Dios, así lo quiso, así estaba escrito, alguien tenía que hacer el trabajo sucio y lamentablemente le encargaron esta ingrata labor a Judas Iscariote.
¿Se imaginan ustedes si Judas Iscariote se niega a cumplir con el mandato divino y de entre su árbol de vida elige una rama distinta a la del papel del traidor? Sencillamente no se habría ejecutado el plan de salvación divino, pues acaso no es cierto que, según el dogma judeo cristiano, Jesús murió en la Cruz para redimirnos de nuestros pecados ancestrales. Entonces Judas Iscariote jugó un papel importante para que Dios viera cumplido sus planes. Entonces Judas Iscariote es un héroe antes que un villano.
Algo de esta reivindicación se ve en la película “La última Tentación de Cristo” de Martin Scorsese.

 Todavía recuerdo las airadas disputas verbales, hace muchísimos años ya, con otros niños que condenaban la conducta de este Apóstol, pues el único que veía negro ahí donde todo el mundo afirmaba que el tono cromático era blanco era yo. Era “políticamente” correcto afirmar que Judas Iscariote era el más grande traidor de la Historia y había que aceptar esto a pie juntillas. Pero, muchas veces lo políticamente correcto no es cierto.

Desde la década de los años 70’ de la centuria pasada se habla de un apócrifo Evangelio de Judas, en el cual, argumentos más argumentos menos, se reivindica la figura de Judas Iscariote de su papel injusto de traidor para encumbrarlo como una de las figuras más señeras del Cristianismo.
La National Geographic difundió un video con relación a este tema, estas imágines nos relevan de pruebas que dan piso a nuestra postura contra corriente que sosteníamos cuando niños.   

MAS INFORMACIÓN:

CRÉDITOS:
El vídeo ha sido tomado de acá.







[i] Incluso en la sádica, por sus escenas de extrema violencia, “Pasión de Cristo” del Mel Gibson, excepto en “La última Tentación de Cristo” de Martin Scorsese, basada en la novela homónima de Nikos Kazantzakis.

1 comentario:

MetroLatinoUSA dijo...

Para Dios hubiera menos trabajoso, en lugar de crear hombres y mujeres con libre albedrío a su imagen y semejanza, crear simples muñecos a cuerda que simplemente repitieran “¡Alabado seas!”, “¡Alabado seas!”. Judas tomó libremente una decisión para traicionar a su amigo Jesús, como lo hizo Pedro cuando lo negó, Pilato cuando se lavó las manos o el resto de los apóstoles cuando lo abandonó. No recuerdo que la Serpiente haya apuntado con una pistola a Adán y Eva para que coman la manzana. Caín daba sus ofrendas renegando, ¿quién comería manjares con agruras? Decir que la maldad del pecado es necesaria para justificar la bondad, es pecar contra el Espíritu Santo.