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jueves, 4 de noviembre de 2010

Bolivar: la caida de un mito.


Casi siempre la historia no es como nos la contaron, la verdad de los hechos paulatinamente va quedando sepultada con el paso inexorable del tiempo, como la patina cubre los metales; más algunas veces se corre el telón y -oh sorpresa- descubrimos, con mucha vergüenza ajena, la horrenda desnudez de la mentira.
Tal parece que no todo lo que se escribió sobre Bolívar ha sido realmente heroico y glorioso. De esto y algo mas trata el artículo que se los reproduzco a continuación.  


LOS AMORES TORMENTOSOS DE BOLIVAR.

Florencio Jara Peña.

“La historia es la mentira encuadernada”.
Jardiel Poncela Enrique.
El tiempo es drástico. Quién no ha escuchado alguna vez en su vida esa frase. Si pues, el tiempo es inclemente con el aspecto físico de las personas. Siempre lo había tomado como algo que se dice sin convicción, por solo decirlo, como cuando soltamos un “hola cómo estas”, una frase hecha, coloquial. Pero nunca lo había comprendido, hasta ahora.
No recuerdo desde cuando se había implantado, imagino que ganado por la costumbre, las apoteósicas celebraciones de las bodas de plata de las diferentes promociones que habían culminado estudios secundarios en todos aquellos colegios que se arrogaban alguna tradición local. Por supuesto el Glorioso Colegio Ciencias no podía ser ajeno a esta costumbre, su reputación, que rebasaba incluso las fronteras patrias, tenía origen en su célebre fundador: Bolívar.
Cada promoción trataba de superar a su predecesora en ostentación y boato. Para esto se trataba, por todos los medios, que pudieran estar presentes aquellos condiscípulos que habían alcanzado el éxito personal. Esto se medía, como se estilaba en estos tiempos de la llamada “aldea global”, en el grosor de la billetera y las cuentas bancarias en las entidades financieras más exclusivas. Pero ni siquiera el dinero era capaz de detener los estragos del tiempo. Ahí estábamos, casi todos con una prominencia abdominal que luchaba por salirse entre los botones de las camisas, algunas de marca, muchas de Gamarra. Ahí estaba el más bacán de la clase, el que había enamorado a nuestra reina de belleza con el encanto de sus frondosos cabellos ensortijados, ahora con el sol de setiembre reflejándole en la calva, sin restos de aquellas hebras que parecían finos sacacorchos. Estaba también el mas lorna de la clase, a quién la fortuna le había sonreído en gringolandia donde contaba con una empresa de limpieza, escondido detrás de sus gruesas lunas, con la calvicie ganando piel a partir de la coronilla, pero, para sorpresa de todos nosotros, colgado –para colmo era chato- de una sensual morena de diminuta minifalda que dejaba ver su diminuto calzón (un hembrón, habíamos coincidido todos los compañeros sin atenuantes), todavía ebrio de la báquica borrachera que se había pegado la noche anterior, gastándole bromas pesadas a todo el mundo, como antes hacían con él. Por ahí andaba uno que había tentado con suerte en la política, a pesar de lo turbio de su mirada, quién tenía una sutil manchita, casi invisible, pero que ahora se había tornado en un enorme moscardón en la punta de la nariz que afeaba aún mas su rostro; sin embargo, a contrapelo de estos defectos, durante el desfile el locutor le había prodigado muchos elogios, como que era la representación viva del espíritu democrático de Bolívar. En fin los recuerdos y las anécdotas, salían a borbotones.
Precisamente guiado por los recuerdos y la nostalgia me aventuré a dar un paseo por el remozado colegio. Ahora me parecía mas pequeño que cuando estudiaba. Pero, a no ser por las muchas capas de pintura que se habían ido sucediendo en el tiempo, el colegio seguía igual, no había cambiado casi nada. Seguido por los ecos de mis pasos llegué al pabellón (¿Así se llamaban antes?) de los salones de Historia.
La historia es lo que se dice, pero quién te asegura que es lo que sucedió. Esa había sido la frase con que una mañana se presentó el profesor de Historia del Perú que reemplazaría al titular durante su ausencia en la semana. Los hechos no mienten –había continuado- pero la historia escrita si. Aquella mañana, para jolgorio de todos, se había corrido la noticia de que el profesor de historia había enfermado gravemente. Cuando estábamos a punto de volar al canchón a tirarnos la pera, se presentó el Auxiliar acompañado de un joven cuya cabellera, era muy evidente, se había resistido a ser peinado y que vestía un terno desgarbado. Personalmente siempre he creído que la historia oficial es aburrida porque es la narración sucesiva de los sucesos que sucedieron en el tiempo, pero mentidas sistemáticamente y que a la postre terminamos dándolo por cierto, de manera que su hipótesis me llamó la atención. El novel dijo muchas cosas aquella vez, entre ellas una batería de lugares comunes respecto a nuestros más insignes héroes, pero lo que calo mas hondo en mi memoria fue lo referente a Bolívar. Fue honesto en declararse admirador del Libertador San Martín. Respecto del Argentino dijo que los hechos le habían dado la razón que lo que más convenía al Perú recientemente independizado era una gobierno de corte monárquico constitucional, esto habría evitado el caos y desorden interno y las guerras fraticidas por la toma de poder, que han sido una rémora para nuestro desarrollo, pero no confiaron en la buena fe del Libertador. Precisamente –afirmaba el historiador en ciernes- este fue el argumento para que Bolívar se ganara el aprecio de los Limeños, al fin y al cabo Lima era el Perú en aquél entonces. ¿Cuál habría sido argumento para que luego de la entrevista de Guayaquil San Martín dejara el campo libre para el arribo de Bolívar al Perú, como lo había venido planeando el venezolano desde hacía un tiempo atrás? Se preguntaba. Bolívar –espetó el suplente- es un hermoso mito creado por nuestros historiadores oficiales. Bolívar no fue un paladín de la Democracia, como se nos quiere hacer creer, antes bien fue un Tirano amañado, prueba de ello –levantó la voz dejándose ganar por la indignación- es la espuria Constitución Vitalicia, jurada el 9 de diciembre de 1826. ¿Saben qué? –nos preguntó sin esperar respuesta- No tuvo el más mínimo escrúpulo para dirigirle una carta a Gamarra, abogando por su propia Presidencia Vitalicia, afirmando que un presidente vitalicio era la inspiración más sublime de un régimen republicano. Tamaña patraña era una ofensa para el sentido común de los peruanos. No me extraña el tenor de esa carta, –siguió discursando el profesor- pues desde antes de su llegada tenia un pésimo concepto de nuestros hermanos campesinos, los creía sub normales, truchimanes, ladrones, embusteros, falsos, sin ningún principio moral que los guíe; fue por eso que en 1826 derogó el Decreto dictado por San Martín el 27 de agosto de 1821 que liberaba a los indígenas de la vergonzante exacción que con el nombre de tributo pagaban los indígenas a la corona española. Hay muchas cosas más que indignan, por ejemplo el desmembramiento de mas de la mitad de nuestro territorio, aunque esa es otra historia –concluyó su discurso coincidiendo con la campana de final de clases.
Recuerdo todo esto como si hubiera ocurrido ayer. Gran mérito del profesor aquél: decir la verdad desnuda en un colegio donde Bolívar era considerado algo así como un santo. A la mañana siguiente esperé en vano la presencia del reemplazante, alguien (siempre hay un soplón en clase), había ido con el chisme y el Director tuvo que cambiar de profesor: no se podían difundir ideas subversivas en un colegio de prestigio. Así sucede siempre, en tiempos de hipocresía cualquier sinceridad parece subversiva. Mucho tiempo después Herbert Morote (que saltó a la fama por denunciar haber sido plagiado por Bryce Echenique) denunciaría estos hechos (mas documentadamente claro) en su libro “Bolívar, Libertador y Enemigo Nº 1 del Perú”, el cual se los recomiendo si tienen curiosidad por el despedazamiento de nuestro territorio.
Y, que fue de los amores tormentosos se preguntarán. Simplemente el título. Un pretexto para atraer a los lectores. Creo que siempre nos hemos visto atraídos por lo sórdido, es como la miel para las moscas.

CREDITOS:
La imagen ha sido tomada de acá:



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