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viernes, 20 de abril de 2012

Dormir como locos.


En estos últimos cinco años el mundo ha cambiado muchísimo mas que en los cien años anteriores nos informan asombrados los antropólogos, el mundo esta dando paso al homo videns, el homo sapiens ya es historia. 
Es cierto, pero lo que si no ha cambiado, sobretodo en la gente joven, es el placer indecible por dormir. Ayer como ahora el gusto por dormir en esta etapa de la vida del hombre no ha cambiado. Es una cosa de locos.
A propósito de este tema, revisando algunos archivos hallé el relato que lo reproduzco a continuación. Me he tomado la libertad de interpolar algunas correcciones en ciertas frases que creí no convenientes para ser publicadas en este blog.

Para Tony.


LOCURA DE SUEÑO.
Por Cecilio.

Era la tercera vez que tocaban la puerta. Esta vez mas insistentemente que las anteriores. A los golpes de la puerta se acompañaban gritos obcecados, admonitorios, de amenazas, Puta madre, ya empezaron a joder, siempre ha sido así carajo: Jaime a desayunar, Jaime al colegio, Jaime a levantarse, Jaime tus pastillas. O no, tal vez no siempre haya sido así, bueno que importa desde cuando, pero lo cierto era que nada había mas cálido y placentero que su cama, que le costaba un esfuerzo descomunal levantarse en las mañanas. Cuando era niño no tenía este problema, pero se trataba de un problema acaso, claro que no, excepto para la gente que le rodeaba. Esta sensación se le manifestó, o sería mejor decir la descubrió, cuando cursaba el quinto año de la secundaria y sus padres tuvieron que ausentarse de la ciudad dejándolo solo en una habitación, Tienes que hacerte responsable hijo, por esa razón relacionaba la libertad con el dormir, a mayor libertad mas horas para dormir, Nadie es mas libre que aquél que puede dormir las horas que le de la gana, huevones, pregonaba entre sus amigos. Las explicaciones y justificaciones para este raro placer se le habían ido presentando de a pocos, como un velo que se discurre lentamente para mostrar al público la obra final de arte. El primer día de clases, el primero también que se vio solo, despertó a las siete de la mañana, extrañó muy fugazmente la voz de su madre apurándole a dejar la cama, pero luego cayó en la cuenta de que no había nadie en el cuarto y podía hacer lo que quiera, hasta darse la libertad de quedarse en la cama, si así se le antojaba, pero no lo hizo, tenía que ser responsable como se lo había recomendado su padre, se puso de pie y entró a la ducha, como lo haría casi todo aquel año, hasta que una mañana No me dio la puta gana de levantarme simplemente, encendió la radio y mientras entre melodía y melodía el locutor daba la hora y no llegaban las ocho de la mañana, conservaba todavía una pizca del sentido de responsabilidad que lo impelía a levantarse y anidaba unos sentimientos encontrados de culpa y esperanza de llegar a tiempo al colegio, pero cuando dieron las ocho y las manecillas del reloj continuaron con su caminata inflexible se sintió libre de toda culpa: era lógico, no le quedaba más alternativa que continuar durmiendo, pues ya era imposible que llegara al colegio, mañana quizás, ese día su vida había cambiado para siempre. Esa primera vez durmió como un angelito hasta el medio día que se levantó por la urgencia de las tripas, urgencia que con el tiempo llegaría a controlar perfectamente por tres días consecutivos. Esta rutina se repitió por espacio de un mes, que si no sería por la visita de su madre, cuando no, ellas siempre tan oportunas, hubiera continuado así lo que restaba del año. Tuvo que adaptarse nuevamente a la rutina del colegio del que estaban a punto de expulsarlo, pero al final logró aprobar el año. Esta experiencia le demostró que si quería libertad, lo que implicaba dormir hasta la hora que le de la gana, debía adaptarse al sistema y complacer a sus padres: ingresó a la universidad, pero se las arregló para que siempre estuviera lejos de ellos, en otra ciudad, ahora que había probado el sabor embriagante de la libertad no estaba dispuesto a renunciarla fácilmente. La universidad no solo significaba libertad de espíritu, como se afirmaba en los sosos discursos académicos, sino muchísimo mas, tanto que el término este quedaba muy corto para describirlo. En primer lugar se rompía con la dependencia y control paternos, salvo el económico claro, por fin uno podía hacer lo que realmente le venga en gana, inclusive no asistir un solo día de clases. Aquel primer año se la pasó literalmente durmiendo y leyendo, pero no los textos universitarios, sino otros libros, No leas huevadas Jaimito, no pierdas el tiempo y dedícate a estudiar, le aconsejaban amigos aplicados (*). Por esas épocas ya había acuñado una explicación metafísica para su costumbre de no levantarse de la cama sino luego del medio día en el mejor de los casos, Mira brother, me cuesta pescar el sueño durante la noche y cuando lo hago, me adapto a mi cama, no solo físicamente, cóncavo y convexo computas, también espiritualmente, entonces a cualquiera le jode que después de haberse desconectado de este mundo, bruscamente de buenas a primeras pretendan despertarlo, es como los recién nacidos, o es que te has tragado el cuento de los matasanos que los bebes lloran para llenar sus pulmoncitos de aire, son patrañas, nada de eso, ese llanto es por dolor, dolor de tener que adaptarse a este mundo hostil y frío luego de nueve meses de flotar en un líquido tibio sin pensar en nada, algo similar me pasa, luego de dormir placenteramente me cuesta adaptarme nuevamente a la puta realidad. Un día se había desconectado de la puta realidad por cinco días, levantándose tan solo para hacer sus necesidades y beber agua, nada mas, todo un récord, Si sería estreñido y mis mojones fueran tan secos como los de los perros que no me mancharían el culo, estoy seguro que cagaría a un costado de la cama para seguir durmiendo, oyeron desconcertados como explicación los amigos que lograron entrar a su cuarto derribando la puerta para despertarlo de aquel letargo de casi una semana, quienes sin embargo cuidaron que la incursión fuera en horas de la tarde respetando aquel malhadado hábito. Cuando ligaba con alguna mujer, nada raro si tomamos en cuenta su buena apariencia física en aquella ciudad en la que convergían gente de todo el planeta con una vida nocturna muy agitada, tenía el cuidado de explicarles que luego de acostarse con él (*) al día siguiente se fueran sin necesidad de despedirse, No te preocupes preciosa, si despiertas antes que yo, anda vete nomás, por favor no intentes despertarme, nada me emputaría mas mamacita, seguro que nos volveremos a encontrar algún otro día, el mundo es un pañuelo mi amor. Casi todas respetaban esta onírica voluntad, sobretodo las noctámbulas a las que se llevaba a la cama y que despertaban junto con él, ya entrada la tarde, aunque no por idénticas razones metafísicas, sino simplemente porque la resaca de la borrachera anterior y los desenfrenos del bajo vientre (*) las dejaban tan extenuadas que requerían algo de tiempo para recuperarse durmiendo mas horas de lo ordinario. Hubo una con la que cultivo una relación por espacio de cuatro meses, si a eso podría llamársele relación, pues mas que relación era una simbiosis: ella necesitaba donde comer y pasar algunas noches sin que nadie le pida explicaciones y él satisfacer sus necesidades sexuales (*) de cuando en vez, Es una relación de la puta madre, de la mas absoluta libertad, huevón, imagínate si en este momento ni siquiera sé dónde pueda estar, tal vez se aparezca en la noche cuando este durmiendo, quizás la encuentre teniendo sexo (*) con un pata en el baño de cualquier discoteca y eso no me importa huevón, con tal de que luego de acostarse conmigo (*) en la mañana se vista y se largue sin importunar mi sueño, Oye brother estas mas loco que una cabra. Una desabrida gringa que se levantó una de esas noches tampoco importunó para nada su sueño, ni siquiera cuando le vació el cuarto en una camioneta de mudanza en complicidad con su brichero nativo. Cuando su madre se enteró lo del robo fue como deshilar un ovillo hasta llegar al final: supo que su hijito se la pasaba de lo lindo bebiendo, fornicando y durmiendo todo este tiempo cuando ella bien creída que un futuro presidente de la suprema se estaba cocinando en la universidad, inmediatamente, como la madre abnegada que era, consultó con los especialistas quienes recomendaron, El chico estaba mal de la cabeza señora, tiene un desajuste en el comportamiento, ninguna persona normal puede ansiar dormir tanto como él. Lo mandaron consultar con los Psiquiatras, Es Misantropía lo que tiene, dijeron unos, No, se trata de Narcolepsia, recetaron otros, Pero, respondió alguien, la Narcolepsia se presenta en la treintena y el es tan joven que no puede ser esto, Tampoco es una Apnea del Sueño, pues según los síntomas Jaimito no presenta dificultades en la respiración y por el contrario duerme como un lirón, nunca mejor dicho ya que este animalito de la península ibérica tiene hábitos nocturnos e hiberna sin probar bocado alguno largas temporadas que pueden abarcar fácilmente los seis meses, se permitió esta digresión el último especialista que lo vio, pero sin atinar con el tratamiento, Carajo, pensaba Jaime, estos cojudos nunca aciertan con nada, peor los loqueros que son las personas que mas traumas psiquiátricos tienen sino pues no optarían por esta especialidad, no pueden aceptar que lo mío es algo tan natural como lo que les pasa a los zurdos, ahora a nadie le importa que su hijo sea zurdo o diestro, pero antes, pobrecitos los niños zurdos, a fuerza de golpes los obligaban a escribir con la derecha, les ataban la mano izquierda para que se acostumbraran a utilizar la inútil extremidad derecha, Que tiene que ver esto con lo otro, nada, es una locura de sueño que el sueño no lo cura, por el contrario lo degrada aún más, sentenció un médico que prescribió su internamiento inmediato en un sanatorio mental, que su madre, amorosa y abnegada como era, cumplió en una santiamén ignorando la desautorización de su padre, A ver si de pasito se te cura la dipsomanía también mijito, ahora a descansar, pero eso si no ya le eches el seguro a la puerta de tu cuarto papito. Abre la puerta loco de mierda, se oyó por cuarta vez, Ábrela de una vez antes de que la tumbe carajo, así es siempre todos los días en este manicomio de mierda. Pero mientras tanto, mientras el gruñón portero del sanatorio mental se demora en echar abajo la puerta, Jaime se da tiempo para arrebujarse entre las tibias mantas y pegarse una última siestecita, como si con él no fuera la cosa.

Abancay, diciembre del año 2006.

(*) Texto incorporado al original.
CREDITOS:

La imagen ha sido tomada de acá: